HISTORIA DE LA CONGREGACIÓN



  Sara Alvarado Pontón, mujer carismática desde la humildad, el silencio y en fidelidad a Dios, se constituye en fundadora de una familia religiosa, hoy Hermanas Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazareth, haciendo vida en su vida, la página del Evangelio que Dios mismo le inspira: “la vida oculta de Jesús en Nazaret y en la Sagrada Eucaristía”.

María Sara decide salir de su casa paterna para ir a lo incierto, atraída solo por el amor a Dios y la salvación de las almas. Con el apoyo de tres jóvenes empleadas comienza su obra.  El 25 de marzo de 1938, en el Barrio de las Cruces de Bogotá, en medio de la pobreza, Sara y las tres jóvenes comienzan una nueva experiencia de vida grupal. Ellas se ocupan en el trabajo doméstico y Sara como colaboradora en la formación de las empleadas del Sindicato doméstico católico, movimiento social, cimentado en la experiencia de la Acción Católica, inspirada en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, y cuyo Representante Eclesiástico era Fr. Eliécer Arenas Santos, O.P.

María Sara, desde la lectura y mirada atenta de los signos de los tiempos, da una respuesta acertada a una de las necesidades más apremiantes de la época. Fiel al llamamiento da comienzo a la Obra de Nazareth, dedicándose a la formación de las empleadas que llegan a la ciudad en busca de trabajo, o la atención a quienes quedan sin trabajo, o a las que salen de hospitales y requieren un cuidado especial y por último, a quienes por avanzada edad o enfermedad no pueden trabajar.

Ella misma describe: “Es un dolor verdadero su carencia de hogar fijo; la mayor parte de las sirvientas son huérfanas o tienen su familia lejos [...] así es que cuando se enferman o por cualquier motivo salen de la casa donde se colocaron, no tienen a dónde ir, y ahí comienza su vida de angustias que a veces las lleva a la perdición (1995, Sierva de Dios María Sara del Santísimo Sacramento)… " procurar la santificación de sus miembros trabajar por el bien espiritual de las mujeres consagradas al servicio doméstico, orientando su formación moral y religiosa, así como también al mejoramiento en todo sentido de su condición personal y de sus capacidades profesionales"

Dada su formación pedagógica va ampliando su radio de acción, dedicándose a la formación y educación de los niños y jóvenes; más tarde, abre sus puertas a otros campos, que le permiten dar respuestas concretas a las necesidades de la realidad en su momento. Así nacen los hogares para las personas mayores, las obras dedicadas a la educación y posteriormente la misión en otras formas de expresión. Dentro de esta gama de posibilidades de servicio, considera también importante el servicio al sacerdote anciano, enfermo o necesitado de algún cuidado espiritual o material. Su Obra estará siempre al servicio de todas aquellas personas que se encuentran marginadas, desplazadas y sufrientes.